Acerca de la Composición Asistida

Supposing, for instance, that the fundamental relations of pitched sounds in the science of harmony and of musical composition were susceptible of such expression and adaptations, the engine might compose elaborate and scientific pieces of music of any degree of complexity or extent.

(A. A. Lovelace, 1843)


En 1955 comienzan las primeras experiencias sobre la utilización de las computadoras en música.  Los aportes de Caplin y Prinz en composición algorítmica resultan pioneros en este campo, y se inician a través de la implementación en términos computacionales de la obra-tratado de W. A. Mozart, Musikalisches Würfelspiel K 516F, a través de la cual es posible generar un sinnúmero de valses diferentes, simplemente arrojando dos dados[1]. Previo a ello, Prinz ya había logrado construir ejemplos simples de síntesis sonora, por lo cual la computadora[2] no sólo demostró poseer la capacidad de generar una estructura melódico-rítmica[3]  combinando datos mediante el azar, sino también la habilidad de interpretarla.

Otro antecedente emblemático de la programación en favor de la creación musical  es el de la Illiac Suite, el cuarteto de cuerdas compuesto por Hiller e Isaacson en 1957, empleando distribuciones probabilísticas y cadenas de Markov. También en ese mismo año, Max Mathews concibe el lenguaje de síntesis y transformación sonora Music, cuyos descendientes continuaron su desarrollo hasta nuestros días. 

Vemos entonces que, desde los inicios, el empleo de las computadoras con fines musicales y sonoros comienza a caracterizarse a través de dos campos de aplicación diferenciados. Uno, el de la composición asistida, cuyos desarrollos más destacados tendrán lugar principalmente en Europa; el otro, referido a la síntesis y al procesamiento de señales de audio a través de lenguajes de programación y aplicaciones, provenientes en su mayoría de Estados Unidos.

Uno de los objetivos principales de la composición asistida por computadora (CAC) es la formalización de los procesos ideados por un compositor, lo cual puede dar como resultado los materiales de una obra, o la obra misma. Se trata de poner en fórmula un proceso mental determinado, que lleva a la construcción de una estructura musical significativa para quien la realiza. 

El proceso de formalización tiene lugar a través de la programación, mediante un lenguaje adecuado. Es una tarea en la que necesariamente participan diferentes áreas de conocimiento, y que se ha vinculado en muchas ocasiones con la inteligencia artificial. Seguramente esa asociación explica el porqué del uso de LISP en la mayoría de los desarrollos presentes, sumada a ciertas similitudes existentes entre los modos de representar la información, tanto en el contexto musical como en el ámbito propio de ese lenguaje[4]

Aprender a programar y realizar programas no es tarea fácil. Como tampoco lo es detallar uno a uno los pasos que damos cuando pretendemos explicar de qué manera componemos un fragmento de música. En ambos casos estamos obligados a pensar y repensar la música, o al menos a meditar sobre determinados procesos que nos llevan a crearla y a generar nuevas ideas a la vez. 

Frente a esta dificultad, suelen surgir algunos interrogantes, tales como quiénes deberían usar estas técnicas y quiénes no, o cuándo es conveniente recurrir a la programación y cuándo no. La respuesta obvia a la primera pregunta sería: todos aquellos que estén interesados. Pero, aun considerando que el compositor elige sus herramientas libremente de acuerdo a sus necesidades, una elección adecuada dependería del conocimiento de todas las posibilidades a su alcance. Particularmente, en el contexto de una etapa formativa. 

En primer lugar, hay tantos modos de componer como compositores existen. Siguiendo este criterio, una aplicación cerrada de composición algorítmica sería útil solamente para aquel que la desarrolla. De ahí, la necesidad de emplear lenguajes que nos permitan inventar nuevos programas.  

Por otra parte, ciertas ideas resultan imposibles de llevar a la práctica sin la asistencia de un software especialmente creado, ya sea por su grado de complejidad, o por el volumen de datos a considerar. Pensemos, por ejemplo, en prácticas derivadas de la combinatoriedad, del análisis espectral, de las técnicas de síntesis del sonido, del tratamiento de conjuntos de grados cromáticos, del uso de herramientas probabilísticas, entre otros casos. Detengámonos en la posibilidad de reutilizar los métodos que configuran un estilo, o modo de hacer música, y en la forma en la que un programador optimiza el reempleo de su código mediante el uso de clases o funciones. Para muchos, y desde hace tiempo, la programación forma parte de los saberes que hacen a un compositor en la actualidad.

Desde ya, si esa complejidad no existiera, o estuviera puesta en términos distintos –y no por eso menos importantes- a los de la técnica musical, la programación resultaría innecesaria. Y con ello, respondemos al segundo interrogante planteado. No sería lógico crear un programa para llevar a cabo una tarea compositiva simple, no repetitiva, o no reutilizable, dado que hacerla mentalmente o sobre un papel sería más rápido y menos penoso. 

Si bien podríamos imaginar que la composición asistida se halla en relación directa con la creación para instrumentos tradicionales, y que la síntesis y procesamiento del sonido se vincula más bien con la producción electroacústica, se observa en la práctica que ambos campos se  complementan mutuamente. Hoy en día resulta difícil pensar en una obra instrumental con procesamiento en tiempo real en la cual la programación de los procesos de generación y transformación del sonido no se encuentre estrechamente vinculada con los procedimientos plasmados en la partitura asignada a los intérpretes. Por esta razón, los diferentes lenguajes utilizados en la actualidad[5] proveen herramientas capaces de combinar los campos mencionados, y los medios para comunicarse con otros lenguajes o aplicaciones especializadas en alguna tarea, como la representación en notación musical o la transformación del dominio del tiempo al de la frecuencia.

El libro que presentamos, denominado Fundamentos de Composición Musical Asistida en el entorno de programación OpenMusic,  trata la formalización de procedimientos aplicables a la composición y su codificación a través de la programación. Algunos de esos procedimientos se encuentran en la literatura musical contemporánea y han sido empleados de manera generalizada por diversos compositores. Sea o no el caso, los ejemplos presentados intentan ilustrar de manera simple alguna problemática específica, tanto de la programación como de la composición. Si bien hubiera sido posible incluir programas de mayores dimensiones que generaran aplicaciones de uso inmediato en la creación musical, considero que suelen resultar poco didácticos, son de difícil lectura y comprensión para quienes se inician en estas lides y no fomentan el desarrollo de las propias ideas.

CA
Programa de Composición Asistida generado con OpenMusic

El lenguaje escogido para abordar la Composición Asistida por Computadora ha sido, obviamente, OpenMusic, desarrollado por Carlos Agon, Gérard Assayag y Jean Bresson del Equipo de Representaciones Musicales del IRCAM. Por estar basado en Common LISP, considero importante comenzar  por las generalidades de ese lenguaje, que serán tratadas en el primer capítulo. Pues aun dentro del entorno OpenMusic, la programación en LISP se convertirá en un complemento necesario e indispensable para extender sus posibilidades, e incluso para simplificar su uso. El segundo capítulo trata las principales características, objetos y clases del lenguaje OpenMusic. En el tercer capítulo se aplican esos conocimientos al desarrollo de aplicaciones destinadas a tratar distintos aspectos de la música a través de la formalización de procedimientos diversos, tales como la combinatoriedad, la simetría, la gestualidad, el uso de números primos en el ritmo y la resíntesis instrumental, entre otros. Finalmente, el cuarto capítulo explica los alcances de una librería especialmente desarrollada para la construcción de matrices combinatorias de utilidad en la composición, denominada OMMatrix, y su utilización en la creación musical. 

 

El libro puede descargarse libremente de:

https://pablocetta.com/escritos.php

 

Cetta, Pablo. (2018). Fundamentos de Composición Musical Asistida en el entorno de programación OpenMusic,. Buenos Aires: EDUCA, 230 p. ISBN: 978-987-620-370-8.

 


[1] Mozart escribió Musikalisches Würfelspiel  (Juego de dados musical, para escribir valses con la ayuda de dos dados, sin ser músico ni saber composición, K 516F) en 1777. Cada una de las versiones posibles de la obra se crea arrojando 16 veces los dados y eligiendo los 8 compases del sector A y los 8 del sector B. La suma de dos dados da un número comprendido entre 2 y 12, y por ello, cada compás tiene 11 opciones distintas de ser completado. Lo que parece ser algo ingenuo sorprende por sus propiedades combinatorias, pues mediante este método es posible obtener 45.949.729.863.572.161 valses diferentes. Suponiendo que tocáramos rápido cada vals (unos 20 segundos por pieza) tardaríamos en ejecutarlos todos 29.141.127.514 años.

[2] La computadora empleada era una Ferranti Mark I*, adquirida por la empresa Shell en 1953.

[3] Si bien Mozart escribe cada compás del tratado con una textura pianística de melodía acompañada, la versión tecnológica recurre solamente al aspecto melódico, dado que en ese momento no resultaba posible reproducir sonidos simultáneos, ni realizar modificaciones dinámicas. 

[4] Las estructuras de datos en forma de árbol, o el empleo de números fraccionarios en LISP, son ejemplos de ello.

[5] Algunos de los más empleados son Pure DataMax-MSPSuperColliderCsoundOpenMusic y PWGL.

 

Foto del avatar
Realizó sus estudios musicales en la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la UCA, donde obtuvo el Doctorado en Música en la especialidad Composición, y paralelamente cursó estudios de composición con Gerardo Gandini. Realizó una extensa actividad docente en su país y en el exterior. Actualmente es Decano de la FACM de la UCA. Participó como investigador y director de diversos proyectos vinculados con el arte y la teccnología, y ha publicado libros y numerosos artículos. Recibió varias becas y encargos en el país y en el exterior, entre ellas de la Fundación Antorchas; LIPM y Fundación Rockefeller, en un proyecto de intercambio con la UCSD y la Universidad de Stanford; Fondo Nacional de las Artes; IMEB. de Bourges; LIEM de Madrid, Ministerio de Educación y Cultura de España y Ministerio de Cultura de la Nación. Obtuvo, además, el Premio Municipal de Música, el Premio Argentores, Primer Premio en el Concurso Internacional de Bourges y el Premio Euphonies d´Or, en Francia, entre otras distinciones.
Entradas creadas 1

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba